martes, 29 de maio de 2018

Graduación bacharelato curso 2017 - 2018

O día 25 de maio celebramos a cerimonia de graduación do noso alumnado de 2º de bacharelato no auditorio Andrés Gaos. Divertímonos cos vídeos e fotografías, entregamos as orlas e destacamos os discursos de alumnos e profesores, destacando aquí o de Paula Conde empregando castelán e galego, citando a Celso Emilio cunha elocuencia que deixará pegada no noso instituto. Algunhas fotos, á espera de máis:




Este foi o discurso de Paula Conde:


DISCURSO GRADUACIÓN


Buenas tardes a todos, sé que es difícil tener que aguantar un discurso más después de los 2 que llevamos ya, pero prometo que va a ser el último e intentaré ser breve.

Hoy hace exactamente cinco semanas que empecé a idear un poco este discurso. Hace cinco semanas que me puse manos a la obra y que me dije que si lo hacía tenía que hacerlo bien. Pero lo más importante, hoy hace cinco semanas que me di cuenta que era un día único para nosotros y que la cosa no se quedaba ahí: también lo era para nuestros familiares, amigos y profesores. Quienes nos habían ayudado y acompañado en este camino, haciéndolos, de este modo, partícipes de nuestra historia. A ellos también le debíamos parte de lo que habíamos conseguido.

Así que de parte de todos mis compañeros me gustaría transmitiros nuestro agradecimiento: por vuestra inagotable paciencia, por vuestro esfuerzo diario y por intentar que amemos vuestra asignatura tanto como lo hacéis vosotros.

Además, me gustaría agradecer en especial a Barrós, por enseñarnos que la calculadora entrepija más que ayuda y, que si se practican, las integrales salen como churros; a Manuela, por ayudarnos a sacar nuestro lado más crítico; a Inma por la importancia dada a cada práctico; a Hilda por demostrarnos que ser Jefa de Estudios te da la posibilidad de llegar tarde y de interrumpir otras clases siempre que quieras; a Flora por enseñarnos que se puede ser profesora de matemáticas y la persona más cotilla del mundo a partes iguales; a Eloi, por demostrarnos su odio al reguetón; a Manuel, por tener cara de niño bueno eternamente; a Cruz, por aguantarnos esos días en los que no había moles de soluto que aumentaran nuestra concentración; a Marisa, por darle la importancia que se merecen al Facebook y al Twitter ; y a Carlos, por enseñarnos que los títulos de los libros se subrayan, pero sobre todo por amar lo que haces.

Cargada de miedos e inseguridades empecé un camino que pensaba querer acabar cuanto antes. Pensaba que el instituto iba a ser ese lugar donde pasaría encarcelada seis años de mi vida y ahora me hallo hablando de él como algo muy parecido a un hogar. Confesarme me parece una de las cosas más poderosas que puedo hacer en mi vida, también lo más valiente. Confesarme me hace sentir atrapada en mis propias palabras, pero me otorga la libertad de jugar con ellas. Me asusta, pero me gusta. Y es por eso que hoy me confieso a vosotros. Os lo debo compañeros. Porque los pequeños momentos forman grandes historias y yo tenía el deber de contar la nuestra. Os confieso que, al pensar en este tiempo, lo recuerdo como un tiempo tan delicado, tan fugaz, tan efímero, tan hermoso y tan cargado de sensaciones diversas que no se vosotros, pero yo dudo que exista otro tiempo así. Os confieso que llevo días sin poder evitar que las lágrimas invadan mis ojos al pensar que este momento iba a llegar. Tratando de aferrarme un poco más a esa fea silla verde moco y realmente no sé cómo hacerlo. No sé cómo confesaros que una parte de mí desearía volver a empezar, volver a empezar para conoceros a todos vosotros de nuevo, para daros las oportunidades que muchas veces negué, para deshacerme de mis estúpidos prejuicios y teneros a mi lado, aunque sea sólo un poco más de tiempo. Para saber pedir perdón, para decir todos los te quiero que algún día negué y todos los te echaré de menos este finde que me callé. Para más chistes malos. Para poder escapar por los pasillos de cualquier profesor. Para poder encubrirnos mil veces más copiando en exámenes. Para volver a dar los mejores cambiazos de toda la historia del instituto. Para ir otra vez a Alemania. Para volver a ser la tutoría de segundo de bachillerato con más amonestaciones que ha habido jamás. Para no volver a echaros de menos. Para cansarme de ver a aquellos que pueda que nunca más vuelva a ver. Para deciros que ahora toca apuntar alto. Y es que me gustaría aprovechar para daros un consejo que en su día me dieron y es que todo, absolutamente todo, lo que hagamos cuenta y si no me creéis mirad a las personas que hoy nos acompañan, poniendo a un lado los familiares, todos los que están aquí lo están por acciones pasadas que hacen que así lo deseemos. Y a ellos también les quería dar las gracias por todo el apoyo recibido. Así que, aunque hoy nos parezca un final, no olvidemos que también es un inicio, el inicio de todos esos sueños que perseguimos y que no dudo que vamos a alcanzar. El inicio de una nueva etapa en la que no os deseo nada más que toda la suerte del mundo, en la que os pido que no os pongáis límites porque los límites no hacen nada más que eso: limitar. En la que me gustaría que nos valoraran por todo de lo que somos capaces y que se dieran cuenta que no solo poseemos las aptitudes necesarias, también tenemos la actitud.

Supongo que llegados a este punto es un poco difícil no encontrarse perdido en lo que uno hace, no saber si está a punto de bordarlo o al borde de cagarla. Y soy la primera en reconocer que no me acabo de encontrar del todo. Sin embargo, también estoy segura de que no me importa estarlo. Porque sea lo que sea esto, signifique lo que signifique: yo nunca voy a dejar de soñar. Yo sé que muchos de los que estáis aquí tenéis ganas de cambiarlo todo, pero temo que cuando salgamos os hagáis pequeños. Así que os pido que hagamos todo aquello que tanto deseamos ver en realidad, vamos a gritar, a discutir, a argumentar, vamos a hacernos ver y a hacernos escuchar. Vamos a romper los ideales estéticos de la sociedad, a destacar, a experimentar, a imaginar y a conquistar. Compañeros vamos a aprender e, incluso, vamos a enseñar. Vamos a afirmar que el futuro está en nuestras manos y no nos vamos a callar. Y yo voy a decirle a nuestros padres que estamos en la edad, que no tenemos ataduras y que no existe el miedo. Porque para nosotros el miedo es eso que sentimos cuando estamos a punto de hacer algo muy grande. Así que os pido que nos dejéis con nuestros ideales, que no nos paréis por miedo a que si no lo hacéis vosotros lo haga la realidad con un brusco golpe. Que si en algún momento nos tenemos que desengañar y abandonar esas ideas que defendemos lo hagamos por propia decisión. No temáis a que cometamos los mismos errores que vosotros. Porque los errores enseñan mucho. Y a vosotros compañeros que no os asuste el cambio, porque el cambio es el único motor para el avance.

Poucas cousas hai máis bonitas que aquelas expresadas como che saen do corazón. A min sáenme en galego. E realmente moitos de vós preguntarédesvos por que este cambio de lingua, pois cambio de lingua porque quero dicir algo que sinto de verdade. Algo que me sae, como dicía Celso Emilio Ferreiro alá do fondo, dunha tristura aceda que me abrangue. Algo que nun principio non tiña pensado dicir hoxe pero vistas as noticias das últimas semanas, paréceme que ter a oportunidade de poder falar en público non se debe desperdiciar. Teño escoitado por aí que cando alguén escribe algo sinte unha cousa que din que se chama vocación de eternidade, e que non significa nada máis que querer que as túas palabras sobrevivan no tempo, que nunca perdan significado. Pero eu esta última parte non, eu esta última parte desexaría que cando dentro duns anos alguén lea isto, non sei quen, pense vaia estupidez si estaba claro que NON era NON. Que moi tonto había que ser para non sabelo e que ninguén con dous dedos de fronte ía ser capaz de discutilo. Porque non sei vós, pero eu dende aquí quero deixar moi claro que me nego. Que me nego a que traten de vencerme, que me nego aos golpes, a ser o capricho dun home, a renunciar ás saias curtas, tan curtas como a capacidade humana dos que pensan que se pode reducir a miña decencia, o meu nivel de feminidade ou o valor da miña esencia como muller polo largo da mesma. Négome a que me arrebaten a miña liberdade. Condenados eles? Condenadas nós se permitimos que nos repriman e que isto siga crecendo. NON é NON. Non é a nosa resposta. Non é o que queremos. Non é que temos decidido.

Ningún comentario:

Publicar un comentario